LA TORRE DE LAS DESESPERANZAS
(Enero, 2004)


Las falsas denuncias de abuso sexual, constituyen tanto una modalidad punitiva, orientada a custodiar el vínculo conyugal y a deshonrar la imagen paterna, como una estrategia represiva que se operacionaliza para acosar la relación vincular paterno-filial, generando un clima de toxicidad emocional que perturba la nueva dinámica afectiva post-separación conyugal e incita la ruptura del equilibrio paterno-filial post-separación conyugal.

Esta nueva directriz que se ha entronizado en la tipología interaccional de algunos ex cónyuges, y/o ex parejas, provenientes de familias rotas y de uniones disueltas, son conductas alienadoras que forman parte del Síndrome de Alineación Parental, cuyo objetivo final es el impedimento del contacto y la obstrucción del vínculo a través de la exclusión vivencial del padre, lo que configura la más aguda de las padrectomías, el alejamiento del padre.

Esta conducta, es incitada intencionalmente por mentes trastornadas, que consideran al hijo nacido de una unión, como un embrión gestado por espermios de patrimonio anónimo e induce a la victimización socioafectiva, cuyos efectos coexperiencian preferentemente padres e hijos, dado que conlleva a estimular la pérdida de los encuentros y a provocar la muerte de los afectos.

Estas tácticas quebrantan psicológicamente a la infancia, que al ser infravalorada e instrumentalizada se proyecta como un depósito en garantía, lo que permite al progenitor custodio una gratificación dual, pasaporte a la libertad y al dinero. Es asimismo, hondamente lamentable para el hijo como sujeto innombrable, dado que esta práctica destroza la inocencia del niño, profana la pureza del amor en el corazón, mancilla el sano camino de la sexualidad humana, mutila el espíritu de la familia y tristemente queda de por vida, un padre infartado emocionalmente.

Estas maniobras insanas del progenitor custodio que circulan en la gran autopista de la falsa denuncia, arrollan al padre no custodio, quien debe transitar por desérticos y extensos caminos alternos para alcanzar a los viajantes de sus amores, convirtiéndose este solitario trayecto, en la árida torre de las desesperanzas.

M. Guisella Steffen Cáceres
Licenciada en Familia y Magíster en Ciencias de la Educación,
con Mención en Orientación, Relaciones Humanas y Familia.