Las falsas denuncias de abuso sexual, constituyen tanto una modalidad
punitiva, orientada a custodiar el vínculo conyugal y a deshonrar
la imagen paterna, como una estrategia represiva que se operacionaliza
para acosar la relación vincular paterno-filial, generando un clima
de toxicidad emocional que perturba la nueva dinámica afectiva
post-separación conyugal e incita la ruptura del equilibrio paterno-filial
post-separación conyugal.
Esta nueva directriz que se ha entronizado en la tipología
interaccional de algunos ex cónyuges, y/o ex parejas, provenientes
de familias rotas y de uniones disueltas, son conductas alienadoras que
forman parte del Síndrome de Alineación Parental, cuyo objetivo
final es el impedimento del contacto y la obstrucción del vínculo
a través de la exclusión vivencial del padre, lo que configura
la más aguda de las padrectomías, el alejamiento del padre.
Esta conducta, es incitada intencionalmente por mentes
trastornadas, que consideran al hijo nacido de una unión, como
un embrión gestado por espermios de patrimonio anónimo e
induce a la victimización socioafectiva, cuyos efectos coexperiencian
preferentemente padres e hijos, dado que conlleva a estimular la pérdida
de los encuentros y a provocar la muerte de los afectos.
Estas tácticas quebrantan psicológicamente
a la infancia, que al ser infravalorada e instrumentalizada se proyecta
como un depósito en garantía, lo que permite al progenitor
custodio una gratificación dual, pasaporte a la libertad y al dinero.
Es asimismo, hondamente lamentable para el hijo como sujeto innombrable,
dado que esta práctica destroza la inocencia del niño, profana
la pureza del amor en el corazón, mancilla el sano camino de la
sexualidad humana, mutila el espíritu de la familia y tristemente
queda de por vida, un padre infartado emocionalmente.
Estas maniobras insanas del progenitor custodio que
circulan en la gran autopista de la falsa denuncia, arrollan al padre
no custodio, quien debe transitar por desérticos y extensos caminos
alternos para alcanzar a los viajantes de sus amores, convirtiéndose
este solitario trayecto, en la árida torre de las desesperanzas.
M. Guisella Steffen Cáceres
Licenciada en Familia y Magíster en Ciencias
de la Educación,
con Mención en Orientación, Relaciones Humanas y Familia.
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