El origen de la paternidad socioafectiva contemporánea deviene
de una multitud de cambios socioculturales que originaron la crisis a
nivel de identitario masculino y el cuestionamiento de la paternidad,
producto del quiebre del sistema patriarcal.
Estas dos precisiones han permeado el fundamento vincular
entre pareja y familia y enmarcan la nueva realidad de la masculinidad
en correlato con el perfeccionamiento de la paternidad actual, que reflejan
la insistencia de ser padre y hacer de padre. El proceso que vivencia
el hombre-padre lo configura en su paternidad socioafectiva, y se relaciona
con una mayor presencia y compromiso, asociado con una amplia empatía
emocional que le permite una involucración afectiva permanente.
Estos atributos constituyen la esencia de la nueva paternidad y deben
ser consolidados por el Derecho y la cultura, en beneficio de la comunidad
familiar rota.
En lo medular, los componentes de la nueva paternidad derivan
de varias fuentes que conforman un todo, dado que no son interdependientes
y están relacionados con los siguientes indicadores que emanan
de mi investigación: el principio paternal, jerarquía del
rol, proceso resolutivo y disposición afectiva.
Principio Paternal versus Vínculo Afectivo
El sólido vínculo parento-filial que conforma
el perfil de la paternidad socioafectiva alude a su origen y reconocimiento,
afirmado en la nueva representación cultural concerniente a la
masculinidad y a la paternidad. Así observamos que el principio
paternal contemporáneo se refleja en la actitud indiscutible del
ejercicio recíproco de roles durante el matrimonio a causa de la
multiplicidad de funciones femeninas, por autoasignación de su
rol, por el establecimiento de relaciones democráticas en la interacción
intrafamiliar, actitudes que han generado una nueva dinámica basada
en una mayor empatía emocional, reflejada por la presencia paterna.
Jerarquía del Rol versus Relación Afectiva
La función del rol implica valoración paternal,
y deviene de una serie de funciones relacionadas con el ejercicio de roles
igualitarios en la crianza y desarrollo bio-psico-social de los hijos,
con la comprobación respecto de que la identidad masculina es un
componente esencial en la construcción de la identidad sexual de
los hijos, y la estimación por su función normativa y afectiva
permanente, evidenciada en el compromiso paterno.
Proceso Resolutivo versus Involucración Afectiva
El proceso de construcción paterna se genera por
su intervención en la crianza afectiva, al reseñarse como
figura cotidiana en la formación psicológica y en la inserción
social del hijo. Esta nueva naturaleza relacional, lo convierte en modelo
valórico de aprendizaje para el ejercicio de la paternidad futura
de ellos, herencia determinada por la maduración paternal.
Disposición Afectiva versus Contención
Afectiva
Esta disposición se argumenta y amplifica por las
visitas insatisfactorias y cortoplacistas que se fijan en tiempo y espacio
limitante, algunas de ellas, en los tribunales de menores, instancia que
traduce un clima emocional precario, que atenta contra el interés
superior del niño, que impide el cumplimiento de la función
normativa, por temor a perder el amor y lealtad del niño. Es asimismo,
el lugar donde la paternidad vivencia la desvalorización de su
presencia y experiencia el desperfilamiento de su rol, que constituyen
un atentando a su dignidad y a sus derechos. No obstante la insistencia
de mantener el contacto, muestra la calidad su contención afectiva
permanente.
De lo que en definitiva estamos siendo testigos, es de
esa huella indeleble que se originó en el primer encuentro padre
e hijo, lazo que los conecta de por vida en un abrazo afectivo. Es en
este especial momento, cuando el padre, crea un fuerte vínculo
de apego afectivo con el hijo, porque es capaz de decodificar las señales
del bebé y participar posteriormente en su crianza, en base a las
herramientas emocionales vinculares que ha ido incorporando, con las cuales
solidifica su paternidad y es el motivo auténtico por el cual lucha
post-separación conyugal para preservar la unión de inicio.
El derecho a paternar es innegociable y replica en la insistencia
de ser y hacer de padre, característica que corresponde a la paternidad
socioafectiva contemporánea que se traduce en una mayor presencia
y compromiso, asociada con una amplia empatía emocional que le
permite una involucración afectiva indestructible. Por tanto, no
puede quedar descartado del proceso socializador dado que el intenso contenido
emocional de la relación paterno-filial, permite a los hijos no
sólo integrar sus procesos individuales sino que complementar los
procesos colectivos de aprendizaje, para edificarse como sujeto social
y para estructurase psíquicamente.
Desde lo anterior, se observa la urgencia de dinamizar
un nuevo paradigma familiar 'tuición compartida' como un mandato,
focalizado a las diversas dinámicas de la familia actual, para
amplificar la maduración cultural que vivencia el padre, para fortalecer
la experiencia nutricia del paternaje, para contener su presencia en la
labor cotidiana del su rol paternal, para afiatar el investimento afectivo
mutuo que conforma la paternidad en alianza con los hijos, eje de una
relación humana que debe ser sostenida en el tiempo y anclada en
los deberes y derechos que preservan la red social del parentesco intra
e intergeneracional de la familia.
M. Guisella Steffen Cáceres
Licenciada en Familia y Magíster en Ciencias
de la Educación,
con Mención en Orientación, Relaciones Humanas y Familia.
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