EFECTO MARIPOSA ¡OH, LAS VISITAS¡
(Septiembre, 2004)


El vínculo paterno-filial como consecuencia de la disolución conyugal y/o de pareja, conecta a padres e hijos con el suceso del antes y con el proceso del después de la dinámica relacional socio afectiva.

Este cimiento despliega el  efecto  mariposa, que  traduce  la experiencia  filial  frecuente, de que al ser amparado por el amor y temor paternal, profita de su paciencia y de su afecto con conductas orientadas  a logros y demandas que no siempre  pueden concretarse. A su  vez,  el  padre vivencia  la angustia y el resentimiento del hijo como emanación del devastador sistema de ausencias y encuentros y frente a sus peticiones y/o exigencias,  queda inerme y normalmente consiente,  con lo cual  instala  un interjuego colusivo que es malsano  por la intensidad de la culpa compartida. ( El hijo mientras menos acceso tiene al padre,  tiende a culpabilizarlo del abandono y el padre se culpabiliza por la separación y el desamparo al que expuso al hijo).  

Por tanto, los estados ansiógenos que vivencian padres e hijos en esta instancia tan peculiar  ' visitas' se  interconectan con la extraña percepción  que sufren frente a este nuevo acoplamiento vincular, que traduce la experiencia física  de estar juntos en el estrecho confín  emocional y situacional  de las visitas,  para retomar  un retazo del hermoso cuento  de era una vez una familia, conjuntamente con la conmoción  de ser  padres e hijos  ajustados a horarios pre- decretados.

El concepto tradicional régimen de visitas y la emergente  frase sustituyente ' contacto directo y regular con el niño' de ningún modo podrá garantizar  la esencia de la cercanía cotidiana, del nudo cariñoso y del apego  real. Este elaborado nuevo concepto no supera al anterior, e incluso tiene una connotación  tristemente ajena, porque  sugiere  un niño genérico  y no al  hijo real,  sujeto digno de la gratitud amorosa interparental.

 Este énfasis del considerando  legal, produce un dramático quiebre en la vinculación   y configura una vivencia dolorosa e indigna. Para efecto de proyectar una comprensión  más  plena y analítica de esta  incongruencia interaccional en la relaciones paterno-filiales, me permito clarificar  este rito de peaje, ¡visitas¡ a través de cifras, climas y matices emergentes desde una  investigación  realizada, orientada al modelo coparental post-separación conyugal.

En este contexto, y  orientado  al perfil de la paternidad afectiva actual,   las visitas  constituyen  una instancia que se registra como base del  recurso proveedor. Esta limitación económica (81.25%),  despersonaliza la relación ( 72.50%), provoca dolor por la pérdida afectiva diaria (97.50%)  y tristeza por el alejamiento (78.75%) lo que genera   procesos sindrómicos tales como el Síndrome de Padre Destruido, porque se desvinculan emocionalmente (96,25%) incitando el Síndrome de Ausencia Involuntaria de los Hijos,  cuadros  que resumen la constelación de síntomas que experimenta el padre, y que a su vez,   conculcan el  derecho del niño,  que exige la presencia paterna en un (96.25%) ,

Desde la toma de conciencia sociojurídica, se verifica  que las visitas atentan contra la dignidad de padres e hijos, (90.00%),  en especial por las falsas denuncias de abuso sexual orientadas al padre ( 96.25%), que configuran un abuso  psicológico al niño (100%). En sí misma, la visita  genera emociones mezcladas (75.05%) estimulando estados de alta intranquilidad porque se realizan en un clima artificial (71.05%), precario en contención nutritiva  (92.11%), lo que atenta contra los derechos del niño (96.25%). Además, por su naturaleza cortoplacista, desafía la función normativa (90.79%), aspecto que la mayoría de los padres no realizan por temor a la pérdida del amor y lealtad del hijo (55.13%). Esta situación deviene de la pérdida del rol socioafectivo  (66.67%), y de la desvalorización de su presencia psicosocial ( 51.95%), perfiles perniciosos para el niño, dado que  por ser una autonomía en desarrollo, requiere la señalización de fronteras para su sano desarrollo psicosocial, (que implica el equilibrio entre las funciones normativas y nutritivas ejercidas por ambas figuras parentales).

Desde estas conclusiones es posible observar que como corolario de la instrumentalización del rol socioafectivo y de la presencia psicosocial del padre, se produce en ocasiones y también a largo plazo, una paternidad ingrávida, adversa  para preservar la interacción del núcleo emocional entre ambos.

Frente a este escenario, y otros,  es posible sensibilizarse para reflexionar respecto de:

¿Que le sucede a un niñito/niñita  cuando escucha el sonido del timbre que le indica que papá llegó a visitarle y/o a buscarle?

¿Qué se desencadena en lo interno de papá  e hijo que  se han convertido al  nuevo bautismo  de  visitador -visitado, no obstante ser familia ?

¿Este momento tan esperado completa la cotidianeidad perdida?

¿Este espacio mínimo  proporciona el tiempo suficiente para  esfumar  la sensación de desamparo?

 María  Guisella Steffen Cáceres
Licenciada en Familia y Magíster en Ciencias de la Educación,
con Mención en Orientación, Relaciones Humanas y Familia.