¿ES POSIBLE DESHIJARSE?
(Febrero, 2005)

Este término me cautivó. Lo escuché de un adolescente que interpeló a su madre diciéndole ¿porqué Uds., se divorcian y yo no puedo deshijarme?

!Qué sabia pregunta inquisidora!

Este concepto tan bien utilizado por el chiquillo, es el resultado del divorcio, de la separación, de los conflictos, de la ambigüedad en la comunicación y también por supuesto, de la desesperanza y de la pena . Es como quedarse a la deriva, ¿soy yo un entremedio?

No obstante, este adolescente de nuestro espacio y tiempo histórico experiencia culturalmente el período de la cercanía planetaria, de internet y vivencia la etapa social del pololeo, del andar con y del carrete, sucesos que podrían ser los contenedores del vacío y la pérdida afectiva, el proceso que sufre por la ruptura vincular y el alejamiento de sus padres, es intensa.

¿Porqué? porque son seres diminutos en su interior, que buscan todavía la cobijita de la infancia para sentirse seguros en un mundo de adultos. Mundo, que los ha perseguido con las exigencias, el rendimiento, las evaluaciones, la competitividad y que además ostentan y viven el consumismo, pero, ¿qué pasa con el suministro amoroso?

Los casos que reflejan la vivencia de este lolo son numerosos, sobre todo cuando la madre ha rellenado espacios que el padre, a pesar de su ejercicio socializador serio, acucioso y afectivo a su manera, dejó de lado el tiempo, ese tiempo precioso sin retorno, que dedicó tal vez a la comodidad, al trabajo, a los amigos, pero que no se encarnó en las labores del paternaje.

En esta vía transita la queja del lolo. Si te casas de nuevo, que lata ir donde el papá, porque no sabe qué hacer conmigo y mi hermana. Esta nueva generación vitaminizada que ha alcanzado una altura física diferente a las restantes, no es sinónimo de adultos capacitados para entender la fragilidad de las relaciones humanas.

Estamos hablando de generaciones y de roles en conflicto que están presentes en nuestro entorno sociocultural.

En algunas contingencias, hombres muy añosos se casan con mujeres jóvenes que les permite simbolizarse como el patriarca familiar, pero, asimismo, esta coyuntura puede aplicarse a hombres jóvenes que han internalizado esa figura ancestral como referente de padre.

Esos ciclos han pasado, porque hoy nos enfrentamos al ajuste, a la transacción, a la democratización y a la cercanía vincular de las funciones parentales.

Si bien es cierto, muchas circunstancias ameritan el desarme de lo construido, no puede relegarse la importancia de reestablecer una dinámica relacional permanente y real que concrete la convivencia alternada, para sustentar el afecto que mamá y papá prodigan a esa persona humana única, que es el hijo en si mismo.

Así daremos respuesta a la protesta del lolo, porque transitará por la claridad del después.


M. Guisella Steffen Cáceres
Licenciada en Familia y Magíster en Ciencias de la Educación,
con Mención en Orientación, Relaciones Humanas y Familia.