2
de noviembre de 2008
Carta
1.-
A
mi hija, desde la cárcel:
Mi
pequeña y adorada hija. Te escribe tu padre desde una litera,
en mi celda donde estoy viviendo. La justicia no oyó mi defensa,
ni peritajes científicos, donde demostré no sólo
que jamás te hice daño, es decir demostraba mi inocencia,
sino que todo el sistema se ensañó para acusarme falsamente
de haberte abusado, cosa que jamás demostraron, en cambio
te sobre evaluaron, te llenaron la cabecita de mentiras.
Tengo
tres años sin verte y llevo dos meses en prisión.
Te escribo porque nadie podrá realmente alejarnos y cuando
crezcas podrás leer estas palabras y saber la verdad. Sólo
te he dado amor y te he protegido y en los momentos más difíciles,
más amor te he enviado.
Sé
que lo recibes porque siento cuando los Rayos Sanadores de luz,
viajan desde mi corazón, a tu “corazón de colibrí”.
Ese fue tu nombre de pequeña guerrera. Te recuerdas cuando
en el útero de tu mamita, en una ecografía vimos latir
tu corazoncito y te nombramos corazón de colibrí?
Yo tengo guardadas esas ecografías para ti, porque siempre
me preocupé de tu salud, desde chiquitita hasta que nos alejaron….
Nos separaron…..
Te
acuerdas cuando aprendías a caminar sosteniéndote
de mis pies y de mis piernas, mientras yo, temprano en la mañana,
practicaba esos lentos movimientos de Taichi y tú revoloteabas
atrapándome? O cuando más grandecita, me acompañabas
en mi taller de pintor y tú dibujabas o pintabas en el suelo,
sentadita, llenando carpetas y telas con tus primeros trazos y manchas….
Pero más te gustaba en un descuido mío, quitarme mis
pinceles y rayarme mis telas, pequeña pintora.
Aprendí
en este último tiempo Reiki con una hermosa maestra de Urantia,
para comunicarme secretamente contigo y enviarte rayos de colores
sanadores y llenarte de amor y protección. Ves que nadie
ha podido realmente separarnos? Ni la injusticia que me tiene encerrado
en una cárcel, donde cada día me siento más
libre y más cerca de ti, y ahora puedo escribir estas palabras
para ti, hermosa y pequeña guerrera. Estas palabras se van
a ir juntando para que cuando crezcas y quieras saber la verdad
de mis sentimientos, quede este registro.
Mientras tanto, otros guerreros de luz y amor que también
defienden los derechos de los niños, lo publicarán
para que sepan otros padres y madres, que he luchado por ti y por
construir nuestro hogar. Porque te tienen secuestrada y ni siquiera
puedes ver ni hablar con tus hermanas mayores, tus sobrinas, tus
tíos, ni primos: tu familia paterna.
Todas
las tardes de esta primavera, se desliza un rayo de sol sobre mi
litera, atravesando barrotes y rejas. Todas las tardes estiro las
manos para atraparlo y convertirlo en colores, para reenviártelo
con mi bendición. Debes saber que sigo edificando nuestro
hogar, que he estado estos tres años construyendo tu casa.
Ahora me siento más libre que nunca, mi espíritu está
fuerte como tu corazón de colibrí. Tu hermana mayor,
siempre me recordaba que tú solita estás dando la
batalla como pequeña guerrera de luz y no estás sola.
Te sigo amando y protegiendo. Continúo construyendo nuestro
hogar, el nido del Alma y trabajo sin cesar, para seguir dándote
no sólo el amor de un padre que te quiere, sino la sabiduría
de tus ancestros: tus abuelos, tus bisabuelos, mis maestros.
Gracias
mi pequeña hija, gracias por existir, gracias por haberme
traído la felicidad y esperaré que crezcas. Te estaré
esperando con el corazón abierto, mientras tanto sigo bendiciéndote
tu padre Leonidas
MARÍA GUISELLA STEFFEN CÁCERES
Magíster en Ciencias de la Educación, Licenciada en
Relaciones Humanas y Familia, Terapeuta y Perito Familiar.
|